miércoles, 21 de septiembre de 2011

Mormón a mi manera

Estaba recordando mis días de misionero en la Misión México Tuxtla Gutiérrez, cuando hablábamos con la gente acostumbraba preguntarles si practicaban alguna religión, para de esa manera saber como habría de enseñarle, muchas de las respuestas, eran "Soy católico a mi manera" desde aquel entonces me pareció al menos curiosa la respuesta, es una idea peligrosa, que alguién diga que pertenece a una organización y no siga los preceptos de la misma, es irónico que alguien diga si soy, pero no completamente.

Estos últimos días he percibido como muchos de nosotros podríamos definirnos igualmente como mormones a nuestra manera, elegimos los líderes que apoyaremos, los consejos que seguiremos y aún los mandamientos que obedeceremos. Diciéndole a NPC que si, que queremos volver a vivir con él, pero bajo nuestras condiciones. Todos decimos que creemos en Dios, y podríamos agregar que es Todopoderoso, que sabe todas las cosas, pero cuando algún líder, incluyendo a los profetas de Señor, nos dice algo que no concuerda con nuestras ideas, en el menos peor de los casos lo ignoramos; por lo que en los hechos, no creemos en Él, no creemos que sea todopoderoso, ni que sepa todas las cosas, somos como los adolecentes que piensan que sus papás ya están rucos, que sus ideas son obsoletas, que no entienden como son las cosas en la actualidad.



Cada uno de nosotros es libre de escoger lo que prefiere, sin embargo las consecuencias de nuestras acciones no las podemos escoger, estas ya están determinadas.


recuerdo dos historias de las escrituras que ejemplifican muy bien este concepto, la primera es la de Ezequias rey de Juda, está en el segundo libro de reyes, y en Isaías, este hombre era un gran rey, muy fiel, y un día llega el profeta Isaías y le dice que no se va a recuperar de la enfermedad que tiene y que debe arreglar sus asuntos por que va a morir; entonces Ezequías llora, y convence a Dios de que lo deje vivir, y Dios le da otros 15 años, en ese tiempo adicional Ezequias se vuelve orgullo y el Señor lo castiga. La otra historia es la del profeta José Smith, cuando Martin Harris pierde las 116 páginas del manuscrito del Libro de Mormón; en relación con este acontecimiento el profeta escribió que la lección que aprendió es "Si el Señor manda algo, HAZLO."

Es mi oración que cada uno de nosotros aprendamos eso mismo, que podamos entender que si el Señor nos da un mandamiento, es para bendecir nuestra vida. cuando el Señor dio la palabra de sabiduría dijo: He aquí, de cierto, así os dice el Señor: Por motivo de las maldades y designios que existen y que existirán en el corazón de hombres conspiradores en los últimos días, os he amonestado y os prevengo, dándoos esta palabra de sabiduría por revelación. y tambien en DyC 59 dice: Y también serán coronados con bendiciones de arriba, sí, y con mandamientos no pocos, y con revelaciones a su tiempo, aquellos que son fieles y diligentes delante de mí.  Los mandamientos son en realidad, la forma que Dios tiene de bendecirnos. Como dice en DyC 130:20-21  Hay una ley, irrevocablemente decretada en el cielo antes de la fundación de este mundo, sobre la cual todas las bendiciones se basan; y cuando recibimos una bendición de Dios, es porque se obedece aquella ley sobre la cual se basa.

Alguna vez escuche que en la última reunión que tuvo el Pdte. Hinckley con el presidente del área México, le dijo: "Vaya y enseñe a los hermanos que los mandamientos de Dios son para cumplirse" tambien dijo "digales que si quieren que el Señor bendiga a su nación, deben pagar sus diezmos". En una reunión general de mujeres jóvenes el Pdte. Monson dijo:  "Cuando Moisés bajo del monte Sinaí, trajó 10 mandamientos, no 10 sugerencias".

En ocasiones motivados por nuestro orgullo, nuestra vana ambición, nos convencemos a nosotros mismos que estamos obedeciendo cuando no es así, a veces creemos que hay mandamientos que no aplican para nosotros, porque nuestras circunstancias son diferentes o porque nos da miedo lo que vayan a decir o hacer las personas que nos rodean, o alguna otra razón. Cuando el Señor mandó a Saúl a destruir al pueblo de Amalec le dijo: Ve, pues, y ataca a Amalec, y destruye todo lo que tiene y no te apiades de él; mata a hombres y a mujeres, a niños y hasta a los de pecho, y vacas y ovejas, camellos y asnos. y fue Saúl a la guerra contra Amalec, Y tomó vivo a Agag, rey de Amalec, mas a todo el pueblo mató a filo de espada. Y Saúl y el pueblo perdonaron a Agag, y a lo mejor de las ovejas, y del ganado mayor, y de los animales engordados, y de los carneros y de todo lo bueno, y no lo quisieron destruir; pero todo lo que era vil y despreciable lo destruyeron. Entonces El Señor habló a Samuel el profeta y lo mandó a ver a Saúl: Vino, pues, Samuel a Saúl, y Saúl le dijo: Bendito seas tú de Jehová; yo he cumplido la palabra de Jehová. Samuel entonces dijo: ¿Pues, qué es este balido de ovejas que suena en mis oídos y este bramido de bueyes que yo oigo?  Y Saúl respondió: De Amalec los han traído, porque el pueblo perdonó a lo mejor de las ovejas y de las vacas, para sacrificarlas a Jehová tu Dios, pero lo demás lo destruimos por completo. ... ¿Por qué, pues, no has obedecido la voz de Jehová, sino que te has lanzado sobre el botín y has hecho lo malo ante los ojos de Jehová? Y Saúl respondió a Samuel: Antes bien, he obedecido la voz de Jehová, y fui a la misión que Jehová me envió, y he traído a Agag, rey de Amalec, y he destruido a los amalecitas. Mas el pueblo tomó del botín ovejas y vacas, las primicias del anatema, para sacrificarlas a Jehová tu Dios en Gilgal. ... Y Samuel dijo: ¿Acaso se complace Jehová tanto en los holocaustos y en los sacrificios como en la obediencia a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de los carneros. Porque como pecado de adivinación es la rebelión, y como iniquidad e idolatría la obstinación.

Así nos pasa en ocasiones, pensamos que somos fieles Santos de los Últimos Días, sin embargo no oramos, o no leemos las escrituras, o tal vez no hacemos nuestra noche de hogar, o nuestras visitas, quizas no estamos pagando nuestro diezmo o no ayunamos, o murmuramos, o no cumplimos con nuestro llamamiento, no apoyamos a nuestros líderes porque pensamos que nosotros tenemos mejores ideas, o que podemos hacerlo mejor, y aún que somos más dignos, tal vez pensamos que no es tan importante que nuestros hijos vayan a seminario o a la mutual, porque es más importante que hagan su tarea, o que descansen, o se diviertan, o que estén haciendo alguna otra cosa, porque en la mutual solo pierden el tiempo y seminario es muy temprano.
¡Cuanta fe nos falta!, cuanto nos ayudaría ser como Adán que cuando fue echado del Jardín de Edén, se le mandó ofrecer hacer sacrificios al Señor,  Y después de muchos días, un ángel del Señor se apareció a Adán y le dijo: ¿Por qué ofreces sacrificios al Señor? Y Adán le contestó: No sé, sino que el Señor me lo mandó Moisés 5:6.

Cuanto nos ayudaría ser así, simplemente obedientes, sin cuestionar al Señor, sin poner peros, simplemente obedecer.


y tambien a lo que Nefi enseña: Y así vemos que los mandamientos de Dios se deben cumplir. Y si los hijos de los hombres guardan los mandamientos de Dios, él los alimenta y los fortifica, y provee los medios por los cuales pueden cumplir lo que les ha mandado; por tanto, él nos proporcionó lo necesario mientras permanecimos en el desierto. 1 Nefi 17:3 

Al igual que ellos, yo se que debemos mejorar nuestra obediencia a los mandamientos de Dios, porque el siempre cumple con lo que ha dicho, y aquellos que son obedientes son bendecidos en todas las cosas. Que el Señor nos ayude a ser verdaderamente obedientes y que podamos meditar en nuestro nivel de obediencia, y podamos hacer las correcciones pertinentes, para que algún día podamos presentarnos ante nuestro Señor, y el pueda invitarnos a vivir en su reino.

viernes, 19 de agosto de 2011

¿ya quedó hecho todo?


El domingo pasado tuve una entrevista con el presidente de estaca por motivo de la conferencia del barrio, en cierto momento me dijo que él sabía que yo estaría ahí cuando mis hijos se bauticen, cuando sean ordenados, vayan al templo, se vayan a la misión y se sellen. Entonces le conteste que eso es algo en lo que trabajamos Citlalli y yo, porque en realidad no lo sabemos.
Hace unos días buscando una información llegue al blog de un ex-mormón, como la mayoría de los ex-mormones que como dijo José Smith nunca se puede volver a ser neutral después de conocer el evangelio y me hizo pensar aún más en que el permanecer con un testimonio es una cuestión de esforzarse cada día.
Dice Nefi que: Por tanto, debéis seguir adelante con firmeza en Cristo, teniendo un fulgor perfecto de esperanza y amor por Dios y por todos los hombres. Por tanto, si marcháis adelante, deleitándoos en la palabra de Cristo, y perseveráis hasta el fin, he aquí, así dice el Padre: Tendréis la vida eterna.
Es interesante que dice que debemos seguir adelante teniendo un fulgor (resplandor y brillantez) perfecto de amor por Dios y por  todos los hombres. Para lograr perseverar debemos tener amor por Dios y por los demás. El amor por el Dios, ya el Salvador estableció la manera de mostrarlo cuando dijo “Si me amáis guardar mis mandamientos” La otra parte es más difícil, pero también lo estableció Él, diciendo “por cuanto lo hicisteis a uno de mis hermanos más pequeños a mi lo hicisteis”,  también dijo “¿pues si solamente saludáis a los que os saludan, que hacéis de más? lo mismo hacen los publicanos y las rameras. El no hace acepción de personas, y nos pide que hagamos lo mismo, que amemos a todos; para que lleguemos a ser sus discípulos.

martes, 15 de marzo de 2011

La Ley de Castidad

Por Ezra Taft Benson Discurso pronunciado en la Universidad Brigham Young, el 13 de octubre de 1987

LO MÁS QUERIDO Y PRECIADO
Queridos hermanos y hermanas, qué gran placer es contemplar esta congregación. Valoro muchísimo el poder de rectitud que colectivamente representan. En esta dispensación, el Señor reiteró el mandamiento que dio en Sinaí cuando dijo: “…no cometerás adulterio… ni harás ninguna cosa semejante” (D. y C. 59:6; cursiva agregada). Desde el principio del mundo, el Señor ha establecido una clara e inequívoca norma de pureza sexual. Siempre ha sido así, lo es ahora y lo será siempre. Esa norma es la ley de castidad, la cual es igual para todos; es la misma para hombres y mujeres; es la misma para jóvenes y viejos, y es la misma para ricos y pobres.

En el Libro de Mormón, el profeta Jacob nos dice que el Señor se deleita en la castidad de Sus hijos (véase Jacob 2:28). ¿Escuchan eso, mis hermanos y hermanas? El Señor no sólo se siente complacido cuando somos castos; Él se deleita en la castidad. Mormón le enseñó lo mismo a su hijo Moroni, cuando escribió que la castidad y la virtud son “más caro y precioso que todas las cosas” (Moroni 9:9). Mis queridos hermanos y hermanas, la ley de castidad es un principio que tiene un significado eterno. No nos dejemos influir por las muchas voces del mundo. Debemos escuchar la voz del Señor y luego tomar la determinación de que nos plantaremos irrevocablemente en el camino que Él nos ha trazado.

SE RECOGEN LAS CONSECUENCIAS
El mundo ya está comenzando a recoger las consecuencias del abandono de las normas de moralidad. Sólo como un ejemplo, hace poco el ministro del Departamento de Salud Pública de los Estados Unidos advirtió que si no se encuentra rápidamente una cura para el SIDA, esa enfermedad se podría convertir en una epidemia mundial que “empequeñecerá las calamidades médicas anteriores, tales como la plaga negra [de cólera y bubónica durante la Edad Media], la viruela y el tifus” (“HHS Chief Says AIDS Will Dwarf the Plague”, Salt Lake Tribune, 30 de enero de 1987, pág. A–1).

Mientras el mundo busca soluciones para esta enfermedad, que comenzó principalmente a través de la tan extendida homosexualidad, la gente busca en todos lados menos en la ley del Señor. Existen numerosas agencias, tanto públicas como privadas, que tratan de combatir el SIDA; tratan de aumentar los fondos para la investigación; auspician programas de educación e información; proponen leyes destinadas a proteger al inocente contra el contagio; establecen programas de tratamiento para los que ya se encuentren infectados. Todos ellos son programas necesarios e importantes y alabamos esos esfuerzos; pero, ¿por qué es que raramente escuchamos a alguien pedir que se vuelva a la castidad, suplicar por un cometido a la virtud y a la fidelidad?

Reconozco que la mayoría de las personas caen en el pecado sexual en un intento por satisfacer las necesidades humanas básicas. Todos necesitamos sentir que se nos ama y se nos valora; todos buscamos dicha y felicidad en nuestra vida. Al saber eso, Satanás muchas veces tienta con engaños a las personas para que cometan inmoralidades, utilizando como señuelo las necesidades básicas de ellas. Él les promete placer, felicidad y plenitud. Pero eso, por supuesto, es un engaño. Como el autor de Proverbios dijo: “Mas el que comete adulterio es falto de entendimiento; corrompe su alma el que tal hace” (Proverbios 6:32). Samuel el Lamanita enseñó lo mismo cuando expresó: “…habéis buscado la felicidad cometiendo iniquidades, lo cual es contrario a la naturaleza de [la] justicia” (Helamán 13:38). Alma lo dijo en forma más sencilla: “…la maldad nunca fue felicidad” (Alma 41:10). No se dejen engañar por las mentiras de Satanás.

En la inmoralidad no existe felicidad perdurable. La dicha no se encuentra quebrantando la ley de castidad, sino todo lo contrario; puede ser que por un momento se disfrute del placer, que parezca que todo es maravilloso; pero, muy pronto, esa relación se volverá amarga; vienen entonces la culpabilidad y la vergüenza. Nos da miedo de que nuestros pecados se descubran; andamos a hurtadillas, escondiéndonos, mintiendo y engañando; el amor comienza a morir; la amargura, los celos, la ira y aún el odio comienzan a surgir. Todos ellos son los resultados naturales del pecado y de la transgresión.

Por otro lado, al obedecer la ley de castidad y al mantenernos moralmente puros, experimentaremos las bendiciones del aumento del amor y de la paz, una mayor confianza y respeto por nuestro cónyuge, un cometido más firme del uno por el otro y, por lo tanto, un significativo y profundo sentimiento de dicha y felicidad.

No debemos permitir que se nos engañe en el sentido de que se nos haga pensar que esos pecados son insignificantes o que las consecuencias no son tan graves. Una de las declaraciones más solemnes acerca de la falta de castidad es la que Alma dio a su hijo Coriantón; él le dijo: “¿No sabes tú, hijo mío, que estas cosas son una abominación a los ojos del Señor; sí, más abominables que todos los pecados, salvo el derramar sangre inocente o el negar al Espíritu Santo? (Alma 39:5; cursiva agregada). Muy pocos de nosotros seremos alguna vez culpables de asesinato o de pecar en contra del Espíritu Santo; sin embargo, la ley de castidad se quebranta con gran frecuencia, aun cuando es tan grave a los ojos del Señor como esos otros pecados. Mis queridos hermanos y hermanas, ¿estamos viviendo de acuerdo con esos pasajes de las Escrituras? ¿Comprendemos claramente la gravedad de los pecados sexuales? ¿Hacemos hincapié constantemente en las bendiciones que se reciben al obedecer esa ley? Lo vuelvo a decir, como lo han hecho todos los profetas que me antecedieron, que hay sólo una norma de virtud y castidad, y se espera que todos se adhieran a ella. Lo que el Señor dice a uno lo dice a todos. “Y debéis practicar la virtud y la santidad delante de mí constantemente” (D. y C. 46:33).

SEIS PASOS PARA PREPARARSE Y PREVENIRSE
Hay un antiguo dicho que declara: “Más vale prepararse y prevenir que reparar y arrepentirse [o sea, ‘más vale prevenir que curar o lamentar’]. Cuán cierto es eso en lo que respecta a la ley de castidad. La primera estrategia de defensa para mantenernos moralmente puros es prepararnos para resistir la tentación y evitar caer en el pecado. Para quienes sean puros y castos, doy seis pasos de preparación y prevención, pasos que asegurarán que nunca caerán en esta transgresión:

1. Decidan ser castos ahora. La decisión de ser castos y virtuosos sólo se debe tomar una vez. Tomen esa decisión ahora y permitan que sea tan firme y con una convicción tan profunda que nada la hará vacilar. No esperen hasta que ambos estén solos en un automóvil estacionado o en una situación comprometedora para decidir ser castos. ¡Decídanlo ahora!

2. Controlen sus pensamientos. Nadie cae en la inmoralidad en un instante. Las primeras semillas de la inmoralidad se siembran siempre en la mente. Cuando permitimos que nuestros pensamientos divaguen en el terreno de lo lascivo e inmoral, hemos dado el primer paso en el camino que lleva a la inmoralidad. Especialmente les advierto acerca de las maldades de la pornografía. Una y otra vez escuchamos a aquellos que han caído en pecados graves decir que muchas veces el primer paso que dieron en la senda que los llevó a la transgresión comenzó con los materiales pornográficos. El Salvador enseñó que aun cuando un hombre mira a una mujer para codiciarla, o en otras palabras, cuando permite que sus pensamientos empiecen a perder el control, él ya ha cometido adulterio con ella en su corazón (véase Mateo 5:28, D. y C. 63:16).

3. Oren siempre a fin de recibir el poder para resistir la tentación. La tentación nos llegará a todos; tomará diversas formas y se aparecerá disfrazada de muchas maneras, pero el Señor nos ha dado la clave para resistirla. Él dijo al profeta José Smith: “Ora siempre para que salgas triunfante; sí, para que venzas a Satanás y te libres de las manos de los siervos de Satanás que apoyan su obra” (D. y C. 10:5). En nuestras oraciones diarias debemos pedirle al Señor que nos fortalezca constantemente para resistir las tentaciones, en especial las que tienen que ver con la ley de castidad.

4. Si están casados, eviten cualquier tipo de coqueteo. En ocasiones escuchamos que un hombre casado sale a almorzar con su secretaria o con otras compañeras de trabajo. Algunas veces las mujeres y los hombres casados coquetean con personas del sexo opuesto. Esos encuentros aparentemente inocentes se conciertan o hacen que la gente pase demasiado tiempo juntos. En todos los casos, las personas tratan de justificarse diciendo que son expresiones naturales de amistad; pero lo que a simple vista parece ser un coqueteo inocente o una simple diversión con alguien del sexo opuesto puede muy fácilmente conducir a una relación seria y finalmente a la infidelidad. Una buena pregunta para hacernos es la siguiente: ¿Se sentiría feliz mi cónyuge si supiera lo que estoy haciendo? ¿Se sentiría feliz una esposa al saber que su marido almuerza a solas con su secretaria? ¿Se sentiría feliz un marido si viera a su mujer coquetear o atraer la atención de otro hombre? Mis queridos hermanos y hermanas, eso es lo que quiso expresar Pablo cuando dijo: “Absteneos de toda especie de mal” (1 Tesalonicenses 5:22).

5. Si están casados, eviten en lo posible estar a solas con personas del sexo opuesto. Muchas de las tragedias de la inmoralidad comienzan cuando un hombre y una mujer están a solas en el lugar de trabajo, en la Iglesia o al ir en un automóvil. Al principio quizás no exista la menor intención de pecar, ni de pensar en el pecado, pero las circunstancias proporcionan un campo propicio para la tentación. Una cosa lleva a la otra y muy pronto se puede producir la tragedia. Es mucho más fácil evitar ese tipo de circunstancias desde el principio para que así la tentación no tenga oportunidad de fomentarse.

6. Los que estén solteros pero que estén saliendo con personas del sexo opuesto, planeen actividades positivas y constructivas para que de esa forma no se queden sin nada más que hacer que demostrarse afecto físico. Nuevamente, éste es el principio de llenar nuestra vida con lo positivo para que lo negativo no tenga oportunidad de prosperar. Cuando los jóvenes se quedan a solas por largo tiempo sin haber planeado actividades específicas, a menudo comienzan a acariciarse y a besuquearse para pasar el tiempo.

LOS CINCO PASOS PARA REPARAR Y ARREPENTIRSE
Pero me doy cuenta de que hay algunos, aun al alcance de mi voz, para quienes este consejo de preparar y prevenir ha llegado demasiado tarde. Es posible que ya estén involucrados en un grave pecado. Si es así, ahora no tienen más remedio que reparar su vida y arrepentirse de sus pecados. A ustedes les sugiero cinco cosas importantes que podrían hacer para regresar a un estado de pureza moral.

1. Aléjense inmediatamente de cualquier situación que sea la causante de sus pecados o que pueda ser la causa de que lleguen a cometerlos. Cuando José de Egipto fue atrapado por la esposa de Potifar a solas en su casa, hubiera sido fácil para José buscar una excusa para disculparse; después de todo, él no la había alentado; después de todo, él era su siervo; después de todo, la lastimaría emocionalmente si la rechazaba. Si José se hubiera quedado allí y hubiera comenzado a buscar una excusa racional, hubiera caído fácilmente. En la forma en que reaccionó se encuentra una gran lección. Las Escrituras dicen: “…él dejó su ropa en las manos de ella, y huyó y salió” (Génesis 39:12; cursiva agregada). Él huyó y salió. Mis queridos hermanos y hermanas, si en este momento se encuentran en una situación en que su pureza moral esté o podría estar en peligro, sigan el ejemplo de José: huyan y salgan. No pueden permanecer en el pecado y esperar tener éxito en el arrepentimiento.

2. Rueguen al Señor que les dé el poder para vencer. Una de las estrategias más eficaces que Satanás utiliza con aquellos a los que ha atrapado en el pecado es la de susurrarles en el oído que no son dignos de orar. Él les dirá que nuestro Padre Celestial se encuentra tan disgustado con ustedes que no desea escuchar sus oraciones. Eso es mentira; él lo dice para engañarnos. El poder del pecado es grande. Si hemos de librarnos de él, especialmente de los pecados graves, tendremos que tener un poder más grande que el propio. Nadie está más dispuesto a ayudarles a huir del pecado que nuestro Padre Celestial. Acérquense a Él; reconozcan su pecado; confiesen su vergüenza y su culpa y después ruéguenle que les ayude. Él tiene el poder de ayudarlos a triunfar.

3. Permitan que los líderes del sacerdocio les ayuden a resolver las transgresiones y a volver a estar en comunión con el Señor. Algunos pecados son tan graves que ponen en peligro nuestra posición en la Iglesia. Los pecados sexuales se encuentran entre los de esa gravedad (véase D. y C. 42:24). El pleno arrepentimiento de esos pecados requiere que no solamente confesemos nuestros pecados y los resolvamos con el Señor, sino que también lo hagamos con la Iglesia. Eso se hace por medio de los líderes apropiados del sacerdocio. Los obispos y los presidentes de estaca han sido llamados por revelación para prestar servicio como vigilantes y jueces en Israel. En tanto que sólo el Señor puede perdonar los pecados, los líderes del sacerdocio tienen una función vital en el proceso del arrepentimiento. Aun cuando se nos suspendan nuestros derechos de miembro o se nos excomulgue, ése es el primer paso en el proceso del arrepentimiento y cuanto más pronto comience, más pronto encontraremos la dulce paz y el regocijo que se recibe mediante el milagro del perdón.

4. Beban de la fuente divina y llenen su vida con los beneficiosos manantiales de la fortaleza o poder espiritual. No es suficiente tratar sencillamente de resistir la maldad o de quitar el pecado de nuestra vida; tenemos que llenarla con rectitud; debemos participar en actividades que nos brinden poder espiritual. Me refiero a las actividades tales como el sumergirnos en el estudio de las Escrituras. Cuando leemos y estudiamos las Escrituras diariamente, recibimos en nuestra vida un poder que no se encuentra de ninguna otra forma. La oración diaria es otra fuente de gran poder. El ayunar para recibir fortaleza o bendiciones especiales puede fortalecernos más allá de nuestra capacidad normal. El servicio cristiano, la asistencia a la Iglesia, el servicio en el reino: todo ello se acumula en nuestro depósito de fortaleza y poder. Debemos hacer más que simplemente quitar las malas influencias de nuestra vida; debemos reemplazarlas con actividades rectas y llenarnos de la fortaleza y la determinación necesaria para vivir como debemos.

5. Recuerden que por medio del arrepentimiento apropiado pueden volver a ser puros nuevamente. Moroni enseñó que “…la desesperación viene por causa de la iniquidad” (Moroni 10:22). Quienes se hallen atrapados en la inmoralidad tal vez estén experimentando los devastadores efectos de la desesperación; pero hay una alternativa. Para los que paguen el precio que requiere un verdadero arrepentimiento, la promesa es segura: pueden ser puros nuevamente; la desesperación se puede quitar; la dulce paz del perdón llenará su vida.

EL ENCONTRAR LA DICHA
Las palabras del Señor por medio de Isaías son infalibles: “Venid luego, dice Jehová, y estemos a cuenta: si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana” (Isaías 1:18). Y en esta dispensación, el Señor habló con igual claridad cuando dijo: “He aquí, quien se ha arrepentido de sus pecados es perdonado; y yo, el Señor, no los recuerdo más” (D. y C. 58:42). Como lo dije anteriormente, cuando se trata de la ley de castidad, es mejor prepararse y prevenir que tener que reparar y arrepentirse. Mis queridos hermanos y hermanas en el Evangelio, lo único que desea nuestro Padre Celestial es que seamos felices. Él sólo nos dice aquello que nos brindará la dicha; y uno de los principios más seguros que Dios nos ha dado para lograrla es la ley de castidad. De todo corazón ruego que de la manera más solemne consideren las dichosas consecuencias que se obtienen al guardar esta ley y las consecuencias trágicas que resultan al quebrantarla. Y lo hago en el nombre de nuestro Salvador Jesucristo. Amén.