lunes, 1 de noviembre de 2010

El poder de la expiación

Hace muchos años en el CCM, conocí a un joven que quería ser misionero, después de un mensaje sobre la expiación sintió la necesidad de arrepentirse, recuerdo vívidamente esa experiencia, aun cuando no recuerdo los detalles, el me platicó algunas de las cosas que habían pasado en su vida, y estaba como Alma hijo cuando recibe la visita del ángel, en la hiel de amargura y atado con las cadenas del infierno, recuerdo que antes de que hablara conmigo le explique que yo no podía ayudarle, sino que debía hablar con el presidente del CCM, y después de un rato, fue a hablar con él, y recuerdo que cuando salio de su oficina estaba muy tranquilo, sabia que no podría servir una misión, que habría un consejo disciplinario, y que no sería fácil, pero también sabía que ahora estaba en el camino correcto.

Nunca supe el desenlace de esa historia, perdí contacto con ese joven, sin embargo esa experiencia me enseñó sobre la función de los jueces en Israel, principalmente los obispos, creo que él Señor me permitió tener esa experiencia como preparación para ser después yo mismo un juez en Israel.

El sábado pasado a mis alumnos de instituto, les comentaba que una de las experiencias espirituales más significativas que he tenido, ha sido en mi función de obispo, y es cuando una persona viene a mí para arreglar su situación con el Señor y su iglesia ya que ha cometido alguna falta, y cuando ha completado el proceso, el Señor me hace saber que con Él, ha quedado saldada la cuenta, que Él, que pago por los pecados, ha absorbido la deuda y que Él ha olvidado lo que paso, son casi audibles las palabras "Ve y no peques más", y todavía después ver la confirmación de lo que el Espíritu dijo, al ver a la persona libre de la carga que traía encima, cuando se le puede ver sonreír nuevamente, no recordar con dolor faltas, nuevamente como la experiencia de Alma hijo.

Siempre me da esperanza y consuelo, el saber que la Expiación de Cristo es real, que realmente el sana el alma acongojada por el pecado, y libra de las cadenas del infierno. Que el milagro del perdón es real. Que Él, que pago por los pecados, sufriendo más de lo que el hombre puede sufrir sin morir, misericordiosamente toma al pecador arrepentido y cura sus heridas y le muestra la forma de no volver a lastimarse.


Estas experiencias han incrementado mi amor por el salvador y mi agradecimiento por su don maravilloso del arrepentimiento.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Todos los comentarios están sujetos a revisión